viernes, 31 de agosto de 2007

¡Ésto es Hollywood! -- Capítulo I: La Muerte de los Sentidos


Si, la muerte de los sentidos, del sentido común, del sentido del humor, del sentido del ridículo…

Y es que hay gente que carece de ellos. En algunas personas esta ausencia es de nacimiento, y en otras simplemente porque los ahuyentan. Más grave aún es lo de aquellos que los matan.
Suele pasar sobre todo con el sentido común. Éste en concreto da bastante juego porque, hay gente que lo posee y no lo sabe; otros que lo tienen y no lo desarrollan (que a efectos e como el que no lo tiene); otros que no lo tienen y lo saben (sabios ellos del conocimiento de sus carencias). Hay otros que lo poseen, son conscientes de ello y lo desarrollan (mi enhorabuena a todos ellos); y por último, los más graciosos (a mi parecer): los que no lo tienen pero intentan hacer creer al resto (y a ellos mismos) que sí.
A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de conocer a más de uno perteneciente al último grupo. Y no es cuestión de sexo: los chicos más que las chicas, pero más que los hombres, pero menos que las mujeres… no, nada de eso. Tampoco influye la “clase social” (aunque a veces puede acentuar el grado de idiotez).

Bueno, todo esto viene a que son casi las 2 de la madrugada, y desde mi habitación estoy oyendo a energúmenos de mi pueblo (creo que son púberes, o adolescentes incluso, me niego a pensar que son mayores de 18 años, entonces si que se agrava la situación.), a lo que iba, que llevan como cosa de 10 minutos berreando (es la única palabra que va bien, porque gritar no pega.). Hala, así porque sí, “¿Que me aburro? Pues voceo”.
He mirado a mi hermano, y riendo me dice, “Tranquila, déjalos. Seguro que acaban de descubrir el fuego”.
Dios mío, seguro que los neandertales tenían lenguaje, rudimentario, si, pero lenguaje al fin y al cabo.

Ellos son los asesinos de los sentidos…

miércoles, 29 de agosto de 2007

¿Y tú qué quieres?


-Ojalá vivieramos para siempre.


-Es mejor dejar la vida como está.


-¿Quieres morirte?

-No, pero quiero menos una vida eterna. Al fin y al cabo, nuestras vidas son los ríos que van a parar al mar.


-Pero eso no quiere decir que no se pueda desear no llegar nunca al mar.

-El mar puede ser precioso.

-¿No quisieras vivir eternamente?

-No. Cuando el agua se estanca, se pudre.

viernes, 17 de agosto de 2007

La Muñeca de Sal


La muñeca de sal recorrió miles
de kilómetros de tierra firme,
hasta que, por fin, llegó al mar.

Quedó fascinada por aquella móvil
y extraña masa, totalmente distinta
de cuanto había visto hasta entonces.

"¿Quién eres tú?", le preguntó
al mar la muñeca de sal.


Con una sonrisa, el mar le respondió:
"Entra y compruébalo tú misma".

Y la muñeca se metió en el mar.

Pero, a medida que se adentraba en él,
iba disolviéndose, hasta que
apenas quedó nada de ella.

Antes de que se disolviera el último pedazo,
la muñeca exclamó asombrada:
"¡Ahora ya sé quién soy!".
Anthony de Mello

jueves, 16 de agosto de 2007

¿Adónde me llevas esta noche?


Por ti. Por ese ente que viaja libremente y sin permiso por mis sueños, jugando, dotando de rostro a un sentimiento que conozco sin conocer.
Si, tú, que te diviertes mezclando semblantes, mezclando cuerpos, diluyendo vidas…
¿Quién eres? Quisiera saber.
¿Qué buscas? Me pregunto cuál es tu propósito, dónde está el límite.
¿Me quieres decir algo? Si así es, no entiendo nada. O no me atrevo a entender.
¿Qué es lo que tú ves que a mí se me escapa? Y, ¿qué es lo que me impide verlo?
Quizá pregunto demasiado. Quizá el único fin era divertirte. O divertirme.
Aún así, sigo sin acabar de entender, no hay respuesta firme.
¿Por qué no puedo entender mis sueños? Se supone que yo soy la interesada, puesto que soy la protagonista.
Bien, comienza el viaje onírico, y cuando ya sé seguirlo por mí sola, adoptas otra forma, y el argumento cambia radicalmente. Otra vez perdida.
Así no se vale. Tú vas con ventaja. Yo sólo soy principiante y tú eres quien lleva los remos. Me podrías dar un mapa del itinerario.
Bueno, sólo es una sugerencia.